The Hours (2002) - Philip Glass

 

Las vidas de tres mujeres de distintas generaciones están conectadas y afectadas a través de una misma historia: La señora Dalloway. Su autora, Virginia Woolf, quien escribe desde 1923 alterada por sus trastornos mentales. Laura Brown, una mujer que en la década de los 50 se aventura a leer la novela de Woolf mientras intenta sobrellevar su propia vida. Clarissa Vaughan, una mujer que escenifica a la Señora Dalloway en el moderno escenario del 2001. Este es el argumento de la película que Stephen Daldry llevó al cine en el 2002, adaptación de la novela de Michael Cunningham, ambas tituladas Las horas. Un potente elenco y una producción a la altura, direccionando la historia de las tres mujeres por medio de un hilo conductor particular: La música de Philip Glass.

 

Glass crea una composición que acompaña sutilmente los golpes emocionales que van sufriendo las protagonistas, los cambios de ánimo y los sobresaltos que indican una inflexión dentro de la historia. La producción musical de Glass pareciera anticipar el estado de ánimo de las tres mujeres: El brío y entusiasmo de Clarissa Vaughman que sutilmente se va convirtiendo en una angustia ferviente. La desesperanza de Virginia Woolf, muy ligada la construcción de su historia y que sugiere la afección de sus trastornos mentales. Y la ansiedad y el desinterés que se perciben en Laura Brown. Esos elementos son los que constituyen la composición: Ansiedad, angustia, preocupación, intriga y enigma.

​

La producción musical de la película se desarrolla de manera similar que su actuación: Hora tras hora, apelando al título, se va haciendo mucho más fuerte el quebranto emocional compartido por las tres mujeres; hora tras hora, la música va subiendo de tonos mientras se desarrollan las escenas más dramáticas de los personajes, creándose una escalada dentro de la sinfonía que aumenta el ritmo y yuxtapone un ánimo afligido en la historia. La música de Glass, reseña perfectamente el estado en el cual se encuentran las tres protagonistas.

 

 

 

 

​

​