Siempre será enriquecedor observar películas que hablen de la igualdad de derechos, sin importar raza, credo, género o filiación. Por eso “Colette. Liberación y Deseo” nos hace escribir estas líneas, primero por rememorar los acontecimientos de una mujer que transgredió los códigos éticos y morales de su época; y luego, por erguirse como un símbolo de las mueres independientes que sobresalían, más allá de sus preferencias sexuales, por la excepcional calidad de su trabajo artístico.

Esta cinta es una gran apuesta del director Wash Westmoreland, quien luego de su éxito con Julianne Moore en “Still Alice” (2014), recurre nuevamente al poder de la figura femenina, esta vez representado por Keira Knightley, quien interpreta a una prodigiosa escritora, quien ve opacados sus dones por cuenta de un esposo machista, egocéntrico, libertino y abusivo.
Para narrar esta historia que se estrenó en el festival de Sundance de este año, el equipo de producción decidió recurrir al músico londinense, ganador del Grammy 2014, Thomas Adès, y a su exquisito y versátil piano para crear una banda sonora sutil, intimista, clásica y divertida.

Basándose en los patrones de la música que se escuchaba en París y las pequeñas campiñas cercanas, a finales del siglo XIX e inicios del XX, Adès utiliza toda su experiencia en componer piezas de cámara, orquesta, vocal, coral y ballet, y así hacer un recorrido de aproximadamente 20 años en la vida de Sidonie-Gabrielle Colette, en la que cabe resaltar su propia versión de “Dream Of Egypt”, escena particularmente importante, pues es allí en la que nuestra protagonista debuta en las tablas junto a Missy, una de sus amantes.
Vale la pena resaltar que este es el primer trabajo de Adès para el cine y desde lo personal, remarco que su proceso es positivo.  Acompaña gentilmente el ritmo pausado de la película y contribuye generosamente al mismo cuando esta lo requiere, todo esto sin reñir con las partituras de piezas compuestas previamente por Debussy, Biset, Delibes o Gounod entre otros portentosos, creando así una amalgama bien estructurada, lo cual nos da a entender por qué es uno de los músicos jóvenes (tiene apenas 47 años) más influyentes de la escena clásica mundial, en una carrera que ya se extiende en los últimos 23 años.

Por ahora Adès no tiene encargado ningún nuevo trabajo fílmico, pero le afirmó a Variety "Nunca digo que nunca... Si alguien está interesado, adelante y pregunte".